Me encantan las sardinas, pero nunca jamás las aso ni las frío en casa. Lo siento, pero no puedo con el pestazo que suelta este pescado, capaz de transformar tu dulce hogar en una sucursal de un asador de Santurce. Es un olor que se pega a las paredes, al cuerpo y a la nariz, como el de esos restaurantes de menú en los que tienes que entrar con el traje de neopreno para no atufar a fritanga toda la tarde.
Estas albóndigas sicilianas, cuya receta me pasó un amigo que vive en Italia, me han permitido comer sardinas en casa sin grandes problemas de humos. Al no ser la piel y su grasa lo que está en contacto con el calor, huelen muchísimo menos.
Sin embargo, no es esa su mayor virtud. Lo mejor es la frescura que aportan al pescado la ralladura de limón y la menta, y el contraste entre el exterior crujiente y el interior blandito y jugoso. Tienen trabajo -sobre todo la limpieza de las sardinas-, pero de verdad que compensan.
Dificultad
Si consigues las sardinas ya limpias, ninguna.
Ingredientes
- 1 kg. de sardinas
- 150 gr. de pan rallado
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- 1 manojo de perejil
- 8 hojas de menta
- 150 gr. de parmesano rallado
- 1 limón
- 1 huevo
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta negra
Picar la cebolla y machacar el ajo. Calentar un chorrito de aceite de oliva en una sartén y rehogar la cebolla y el ajo a fuego suave hasta que estén bien hechos (20-30 minutos).
Lavar bien las sardinas, y quitarles las tripas (si no hemos pedido al pescadero que lo haga) y quitarles la cabeza y la espina con un cuchillo afilado. Lo mejor es aplastar la sardina con una mano por el lomo, y con la otra, empezar a cortar horizontalmente desde la cola, primero por un lado y luego por el otro.
Picar los lomos en trocitos de medio centímetro aproximadamente, y ponerlos en un bol.
Tamizar el pan rallado y mezclarlo con las sardinas. Añadir el queso rallado. Lavar y secar bien el perejil y la menta, y picarlos y añadirlos. Lavar el limón y cortarlo en ocho gajos. Rallar uno de ellos y añadir la ralladura a la mezcla de sardinas. Añadir la cebolla y el ajo, y el aceite en el que se han hecho, y el huevo batido. Salpimentar y mezclar bien. Hasta aquí, la receta se puede preparar con antelación.
Preparar un plato grande con papel de cocina. Calentar abundante aceite en una cazuela baja o sartén. Cuando esté bien caliente pero no humeante, hacer bolitas de la mezcla de sardinas con las manos e ir friéndolas. Dejarlas sobre el papel de cocina para que pierdan el exceso de grasa.
Servir de inmediato con los trozos restantes de limón para el que quiera exprimirlos sobre las albóndigas. También van bien con ensalada o con una mayonesa ligera aderezada con un poco de menta, perejil y limón.
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