Foto: Ainhoa Gomà / Ondakin.com
Este pollo está tan bueno que bien podría considerarse parte de una conspiración para captar adeptos a la causa de “El Partido” (así es como se ha denominado siempre al PNV en la familia de mi madre; para ellos no existía otro posible). Desconozco si Sabino Arana intervino personalmente en el diseño de este arma secreta, o la crearon solitas las etxekoandres que guisaban a su mayor gloria en los batzokis de principios del siglo XX. Pero el caso es que su salsa de tomate, cebolla, vino y pimiento choricero, ligada con yema de huevo y miga de pan, da ganas de envolverte en una ikurriña y ponerte a cantar el Gora ta gora.
- 1 pollo campero en trozos pequeños para guisar de 1,2 kg. aprox.
- 250 gr. tomate pelado, despepitado y picado
- 150 gr. cebolla
- 2 rebanadas de pan
- 100 ml. de vino rancio (o moscatel)
- 200 ml. de caldo de pollo
- 3 pimientos choriceros o ñoras (o un par de cucharaditas de su carne)
- 1 yema de huevo cocido
- 1 diente de ajo
- 1 guindilla (opcional)
- 1 rama de perejil
- Aceite de oliva
- Azúcar
- Sal y pimienta negra
Poner a calentar un buen chorro de aceite en una cazuela grande a fuego medio. Añadir el pollo sin marearlo para que se dore bien por todos los lados, en tandas si es necesario. Sacarlo a un plato y cubrirlo con film o papel de aluminio.
En el mismo aceite, dorar la cebolla y el ajo con cuidado de que no se quemen durante unos 10-15 minutos, hasta que cojan un poco de color. Agregar la miga del pan y dejar un par de minutos. Añadir el tomate y la guindilla si gusta picante, y dejar 10 minutos más.
Mojar con el vino y el caldo, y añadir el perejil y una pizca de sal y pimienta. Devolver el pollo a la cazuela y hacer muy suave durante unos 45 minutos desde que rompa a hervir.
Mientras, quitar el tallo y las pepitas a los pimientos y escaldarlos un minuto en agua hirviendo. Sacar la carne raspando el interior con una cuchara (si la carne de pimiento es de bote, no hacen falta estos dos pasos). Añadirlo al guiso junto a la yema de huevo diluida en un poco de caldo de pollo o agua y las peladuras del pimiento.
Pasar la salsa por el chino, apretando bien para obtener el máximo posible. Corregir de sal, pimienta y azúcar si está ácida.
Si el pollo se acaba y sobra salsa, con unos huevos fritos está mortal.
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